martes, 14 de abril de 2009

El PRIrasic Park: el acecho del saurio


Si de pronto, como Dante, te encuentras perdido en la selva espesa de estas elecciones intermedias, déjame darte un consejo: rápidamente aléjate de los políticos jurásicos. Seguro los conoces muy bien, tal vez hasta mejor que yo: son seres de pesadilla, que tienen la piel dura, los colmillos afilados, que siempre traen un apetito famélico, y que apestan a corrupción y decadencia.

El hábitat de estos depredadores es la selva política mexicana, a la que atemorizaron y devastaron durante muchas décadas, tantas que hoy parecen que fueron siglos, centurias de corrupción y nepotismo, un mal sueño continuado que vivimos y que hoy parecen miles de años de autoritarismo y represión.

Todavía en estos días muchas de estas bestias habitan en el valle de Balbuena, en la caverna del CEN-PRI, ese hoyo negro mejor conocido como el valle perdido de la democracia, o el valle donde la democracia perdió su integridad. Aunque bien a bien nadie sabe en realidad el lugar exacto donde puede ubicárseles en nuestra geografía política. Al parecer gozan del don de la ubicuidad, o por cosas de su evolución son, o pudieran ser, camaleónicos, pues mutan del tricolor al amarillo con una velocidad y cinismo pasmosos.

A estos seres de los que les hablo, a los dinosaurios con piel de oveja, les gusta comer de todo y depredan cosas como municipios, diputaciones, estados, países enteros, o bien, gente como periodistas, adversarios políticos, estudiantes idealistas, hasta amas de casa y niños a quienes se beben como botellitas de coñac. Y es que para los políticos sáuricos las personas son artículos de su propiedad. Los políticos jurásicos son implacables con quienes se les oponen y su mordida, rabiosa y corrupta, es como la de todos los lagartos: inocula un virus que paraliza a las naciones.

Ahora bien, debido a la modernización de la política y al auge, por fin, de la democracia, estos pobres animalitos, estos pobrecitos monstruos genocidas, viven sus últimos momentos pues se encuentran a las puertas de la extinción.

Pero al contrario de otras especies a las que debemos salvar de la debacle ecológica, a estos bichos malos debemos dejarlos desaparecer, pues ellos son los culpables no sólo del calentamiento global sino de las crisis económicas. Y también es cierto que hoy, que afortunadamente agonizan, son más temibles y reparten sendas mordidas y coletazos por doquier.

Ya dijimos que estos carnívoros depredadores arrasan con todo lo que se les cruza en el camino, aunque vistan a la moda, se peinen con spray y lancen sonrisas encantadoras a su derecha y a su izquierda. Hasta las estrellas de la televisión con quienes suelen casarse estos dinosaurios, ya comienzan a endurecerse por el contacto con estos políticos, como entiesa el botox, que es el virus que los jurásicos portan en sus hocicos.

Y aunque es cierto que los políticos de esta especie están a punto de extinguirse, no hay que confiarse porque, como cualquier otro organismo vivo, estas bestias como las cucarachas han aprendido a adaptarse requete bien (ejemplo: sobrevivieron guerras mundiales, guerras frías, matanzas metódicas y a su propio canibalismo); pero esperemos que no logren y desaparezcan del panorama político nacional.

Sí, la culpa no la tiene el indio sino, ah, y en eso también tienen una enorme responsabilidad…