lunes, 11 de mayo de 2009

La paja en el ojo ajeno, el ladrillo encajada en el

Por sus escamas los conocerás. El libro de Carlos Ahumada, Derecho de réplica, ha puesto otra vez en boca de los mexicanos el tema de las conspiraciones. Para Porfirio Muñoz Ledo, las revelaciones del empresario argentino confirman que hubo un compló contra el Peje.Muñoz Ledo –un amargado ex saurio cuya carrera política comenzó a irse a pique luego de que lo expulsaran como representante de México ante la ONU por ponerse una guarapeta de antología y sacarle una pistola a un policía gringo- tiene razón en denunciar la conspiración, pero también le falta sinceridad y coherencia a la hora de tratar el tema.Seamos claros: por más que Ahumada sea un canalla despreciable y un bicho infecto, nadie obligó a las huestes perredistas a acudir a sus oficinas provistos de maletitas o bolsitas de papel para guardarse los millones del argentino. Y nadie obligó a esas mismas huestes a pagarle el favor con contratos de obras públicas en el Defe.

Esas decisiones sólo corresponden a la corrupción perredista y nada más. En ese sentido, Ahumada no es el único que carece de escrúpulos.Por otra parte, Muñoz Ledo, en vez de apuntar con dedo acusador únicamente a los responsables externos de la conspiración (¿porque no se chinga a los Imaz, Bejaranos y Robles que participaron en el chanchullo?), debería esforzarse por quitarle a su partido los vicios dinosáuricos que lo aquejan y empezar la limpieza por su propia casa: en Guerrero, el diputado perredista Carlos Álvarez Reyes acaba de denunciar en el Congreso local un “golpe de estado” en contra del gobernador Zeferino Torreblanca (del PRD) fraguado por ¿a que no adivinan quien? Si en efecto, le atinaron, por otros legisladores perredistas encabezados por su coordinador, Armando Cavaría. Su partido debería rechinar de limpio y no de ardido.

Combatir al narco, combatir al saurio

Ayer estuve viendo un documental sobre pandillas de los sesentas y setentas en México. La mayoría de los entrevistados pertenecieron a grupos como los Panchitos. Estos cuentan que robaban por la extrema pobreza que padecían. Y que también era muy fácil conseguir mariguana, cocaína, resistol 5000 o tiner; por lo que en la calle todo mundo estaba drogándose. Relataron como fue que varios de sus amigos terminaron muertos por tanto vicio.

Dicen que en aquellos tiempos en que gobernó el PRI, hubo mucha represión al tiempo que los políticos eran aliados de los cárteles de la droga. Que contradictorio. De hecho pasaron una canción del TRI que decía algo al respecto: Cascos azules, en la ciudad, a todas horas, queriendo apantallar el rock (…) Ahora sólo va a poder rockear, el hijo de Díaz Ordaz. Dicha letra alude a la represión por parte de Díaz Ordaz, pero también a la adicción al rock y a las drogas de su hijo.

¡Una contradicción más! Quizá es por todo lo anterior que vale la pena seguir combatiendo a los cárteles de la droga. Y al PRI-nosaurio…