La crisis económica le hace a los partidos políticos lo que el viento a Juárez, en especial en el Estado de México. Esta entidad ostenta el dudoso honor de ser la que más gastará en las campañas, tanto dinero público (220.3 millones de pesos en las campañas de ediles y otro tanto para la de diputados) como privado (¿me pregunto porqué no publican las cifras de este rubro?). Y es también la que tiene el tope más elevado de gastos de campaña (cifra que representa 8 millones 869 mil 329 salarios mínimos) y en dónde se tasa más caro el voto por ciudadano (20.78 pesos ante 3.5 pesos en el Defe). De hecho, los partidos en el Edomex reciben 325% más de financiamiento que en la capital del país.
De esta situación me encabrona no sólo el dineral que se gastan los políticos sino también el hecho de que esos recursos se desperdician en campañas de bajo nivel, plagadas de suciedades, manipulaciones y golpes bajos. ¿Y quien es el responsable de haber establecido tal sangría económica a favor de los políticos? Pues los PRI-nosaurios: el Edomex es un feudo priísta desde el mismísimo nacimiento del PRI y nunca ha sido gobernado por algún otro partido. Y la cosa empeoró desde que el mentado grupo Atlacomulco (ese nido de mafiosos, rateros y sicarios) hizo su aparición.
Ante esta situación, encabronante en extremo, la opción es recurrir a las urnas para sacar a los dinos, de una vez por todas, del poder. La democracia y la salud económica del estado así lo exigen.