jueves, 28 de mayo de 2009

Palabrería electoral

Los Priístas han denunciado que la detención de 10 presidentes municipales de Michoacán presuntamente vinculados con la organización criminal La Familia, tiene fines “electoreros”. No cabe duda que los PRi-nosaurios aún piensan como si continuaran en el gobierno, deberían darse cuenta de que el Gobierno Federal se la está jugando de frente por todos nosotros.

Algún día se tenía que empezar el combate directo al crimen organizado. Con las detenciones de las ratas menores como narcomenudistas, sicarios y demás, se llegó a sus jefes, los operadores, los capos. Esta estrategia dio resultado y los criminales capturados fueron delatando a sus jefes; precisamente ahí aparecen en la escena del crimen los alcaldes ahora detenidos y los prófugos. Por ello, que nadie se extrañe si siguen las detenciones hacia arriba, como los parientes de algunos ex gobernadores y funcionarios mayores.

La razón es sencilla: El PRI es un partido que no se conforma con ser oposición y piensa que los mexicanos ya no tenemos memoria y cada vez que quieren dar otra impresión o mostrar una cara de “buenos y prudentes políticos”, sacan el cobre y revelan sus verdaderas intenciones. Por eso, para ellos, gobernar es seguir fingiendo que les interesa la gente para robarles, sin escrúpulos, por las espaldas una vez que toma posesión de su cargo.

Zedillo, chivo expiatorio

Yo estoy de acuerdo con la denuncia de que Salinas sigue teniendo mucho poder, más de lo que a los PRI-nosaurios les gustaría admitir. El Colegiado Nacional de Organizaciones Adherentes al PRI solicitará la expulsión del ex presidente Ernesto Zedillo, quien tuvo la osadía de sugerir una reforma fiscal con aumento de impuestos.

Los dinos se están lanzando con todo su peso contra Zedillo, a quien no le perdonan el haber sido el primero en reconocer el triunfo electoral de Vicente Fox en las elecciones presidenciales de 2000. Pero resulta incomprensible porqué se quedan de brazos cruzados ante otros militantes que han hecho y dicho cosas peores. A Salinas, el de la mitad de la partida secreta desaparecida y del hermano con amigos narcos, ni quien le diga nada. Y al pobre de Miguel de la Madrid –cuya corrupción no le llega a los talones a la del Pelón-, pues a ese nomás lo reducen a la condición de viejito babeante y senil.

Y también es incomprensible –e incongruente- que le critiquen a Zedillo su idea de aumentar los impuestos cuando en el pasado, en la época en que dominaban la Presidencia y el Congreso, los saurios incrementaban las imposiciones fiscales a su antojo: ¿Acaso ya se les olvidó el episodio de la roqueseñal –ocurrido precisamente durante el sexenio de Zedillo-, cuando el senador Humberto Roque Villanueva celebró, entusiasmado, el aumento del IVA de 10 a 15%? Este ataque contra Zedillo me deja en claro que los dinos son bien culeros: ante la horda de ex presidentes que se les salen del huacal, optan por chingarse al que consideran más débil o al que le tienen más rencor. Es la táctica de pegarle al chiquito porque le sacan meterse con el grande, es la actitud del justiciero de lonchería.

Diagnóstico equivocado

Todo médico sabe que para atender a un enfermo, primero hay que detectar los síntomas para después efectuar el diagnóstico y proceder finalmente a aplicar el tratamiento adecuado. Y lo mismo se puede decir de la política. Sin embargo, hay que reconocer que muchas veces, los políticos la cagan en uno u otro de los pasos antes mencionados.

Durante el Foro de Contraste, organizado por el IFE, los partidos de oposición afirmaron que falta un estado de derecho, lo que ha conducido a una crisis de seguridad, sanitaria y económica, por lo que propusieron reformar el sistema político, incluidos los partidos. Tal evaluación es una muestra de síntomas mal interpretados y de diagnóstico equivocado, aunque el remedio recomendado si puede contribuir a sanear nuestro enfermo sistema político.

En México si existe un estado de derecho; lo que pasa es que es un estado de derecho viciado por décadas de un quehacer político PRI-nosáurico que infecta a todas las fuerzas políticas y que está avocado al interés partidista en vez del bienestar general. Y este egoísmo de buena parte de la clase política es el que explica porqué estamos viviendo una sangrienta guerra contra el narco: por cálculos políticos que nada tenían que ver con la seguridad, diversos gobiernos federales y estatales optaron por no hacer nada para impedir la invasión de los cárteles en la sociedad mexicana. Lo de la crisis sanitaria y económica, aunque tiene componentes nacionales, se deriva de factores en buena medida externos al control de las autoridades.

En consecuencia, se impone, y a la voz de ya, una reforma del sistema político, reforma que debe ir acompañada de una reforma moral en el modo de hacer política de los partidos: hay que hacerle entender a la clase política que su misión primordial es gobernar para la gente y no para sus partidos, que los partidos son sólo el medio y que el fin es gobernar para todos. Fuera de eso, todo lo demás es miopía política y egoísmo partidista.