lunes, 25 de mayo de 2009

¡Tómala papá, doblada y sin condón!

¡Órale con la autocrítica! Al principio creí que se trataba de una de las típicas diatribas del PRI-nosaurismo en contra de sus adversarios. Pero cual sería mi sorpresa al darme cuenta de que hablaba de su propio partido. El dinocandidato a la delegación Cuauhtémoc, Arturo Oropeza, puso no uno sino 10 dedos sobre otras tantas llagas cuando se lanzó a hacer una evaluación de su partido en el Defe. Y la crítica es demoledora.

Empecemos por las carencias. Dijo que el PRI no tiene un auténtico líder que encabece el proceso electoral, que tenga autoridad moral, que aglutine a las fuerzas ciudadanas y que sea capaz de construir una alianza popular para recuperar los espacios perdidos desde 1997 (¿Y cómo lo va a tener si todos son profesionales del hueso?). Además de que al partidazo le falta cohesión, mayor visión y conocimiento de la realidad (es decir, están en la pendeja).

Ahora sigamos con su diagnóstico del PRI. Sostuvo que el dinopartido está sumido en la “mansedumbre y el marasmo”, que “el gangterismo electoral” tan característico de los saurios debe ser erradicado, al igual que los despilfarros en base a recursos del erario y a otros dineritos de procedencia no muy clara (¡Sopas! El muy cabrón está admitiendo, veladamente, el financiamiento ilegal de campañas) y que se deben evitar las dizque alianzas con otras fuerzas que no sirven para gobernar sino tan sólo para administrar (las riquezas malhabidas).

Cuando leí la nota sobre estas declaraciones, pensé en hacer muchos comentarios y críticas, pero ahora que acabo de escribir lo anterior, me doy cuenta de que no es necesario: Oropeza ya dijo todo lo que quería decir.

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