jueves, 7 de mayo de 2009

El ombligo como centro del mundo

El Peje se las da de desinteresado luchador social únicamente preocupado por el bienestar de la patria, pero en el fondo todo lo limita a la circunferencia de su ombligo. Y en su afán de propagar, cual virus, el culto a su personalidad –una de las más viejas, muy viejas, tradiciones dinosáuricas-, no duda en sabotear las expectativas electorales de su querida izquierda.

Al anunciar el inicio de la campaña de su movimiento… personal, AMLO adelantó que sólo apoyará al PRD en el Defe (por su amistad con Ebrard) y pidió el voto para el PT y Convergencia porque estos partidos “no me han dejado solo”. Uta madre, ¿pues de qué se trata su movimiento? ¿No que era un movimiento popular, tal y como pregona? Porque su declaración más parece el reclamo de un caudillo que de un líder “legítimo”.

Por otra parte, no es ningún secreto que si las variopintas tribus perredistas lo mandaron a la chingada fue por sus arranques mesiánicos y su desmedida ambición de controlarlo todo y a todos en la izquierda, cual maestro titiritero.

Esto me lleva a pensar que en México la cultura política sigue infectada por las aberraciones cometidas durante los más de 70 años que los PRIsaurios monopolizaron el poder: pocos son los políticos que realmente saben de qué se trata la democracia y abundan los aquejados por los vicios del pasado y que solo velan por sus propios intereses y los de su grupito. El modo priísta de hacer política es una influenza que nomás no se nos cura.

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